12.28.2010

Isla de Pascua II




Como volábamos por la noche rumbo a Papeete, decidimos pasar nuestro día haciendo una caminata por la parte céntrica de la isla. Preferimos dejar las excursiones y la playa de Anakena, que es la mas bonita, para nuestro regreso. El día lucia esplendido. El movimiento de turistas hoy era incesante. Los japoneses a la cabeza de las compras. Arrasaban con todo. Ellos lucen como siempre. Con sus cámaras último modelo y la curiosidad por todo lo que se dice “turístico”.

En el camino nos encontramos con nuestro amigo Werner. Juntos fuimos a Internet para programar la estadía en Tahiti. La suerte nos cruzo con Agnés. Una mujer muy amable, rubia y francesa, que vivía en la Polinesia y estaba de vacaciones en Isla de Pascua. Nos ofreció el garden de su casa para que acampemos y nos dio información valiosísima. Los colmillos de nuestro amigo de viaje lucían brillosos, afilados. Una nueva presa asomaba en el horizonte. Cuando se fue la mujer y le dije que lo notaba “in love”, el hombre me respondió con una sonrisa cómplice. No podía ser de otra manera.

Van dos días de viaje y la cosa está muy bien. La tranquilidad se apodera del cuerpo. El silencio tiene música y en el horizonte llueven imágenes. Que lindo es viajar. Que lindo es no tener horarios.

Por la noche, a punto de tomar el vuelo a Papeete, nuevamente nos encontramos en el aeropuerto con Agnes, la agradeble mujer que nos ofreció alojamiento en su casa de Raiatea. Promediando la conversación, hizo referencia a su “husband”. Al irse Agnes, le pregunté a Werner al respecto, quien sin inmutarse un segundo y con la sonrisa de siempre me respondió muy tranquilo: “Y cual es el problema Bruno?...yo no soy celoso…”.


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