12.30.2010

Moorea




Papeete termino siendo una escala brevísima a nuestra llegada a Tahití. Decidimos pasar la noche en el aeropuerto y salir a primera hora de la mañana rumbo a Moorea. Como el avión llegó al aeropuerto de Papeete a las 11 PM, pasamos la noche durmiendo allí. A primerísima hora de la mañana nos dispusimos a sacar nuestro ticket aéreo. Itinerario de la Polinesia: 2 días en Moorea, 4 en Bora Bora y 3 en Raiatea para volver a Papeete y tomar el avión de vuelta a Isla de Pascua. Nos despedimos de Werner con nostalgia. Su presupuesto no incluía los tickets aéreos. Él prefería esperar por la opción de algún ferry que lo lleve por las islas. Siempre que se encuentra gente querible en el camino, da pena pensar que muy posiblemente no volvamos a vernos. Quizás más adelante el destino nos cruce nuevamente.

Si Isla de Pascua era caro, acá en Polinesia lo es aún más. Unos 20 euros para trasladarnos del aeropuerto al camping. Unos 10 kilómetros. El camping Nelson fue una gran elección. Tomamos un Chambre (habitación) con baño y cocina compartida. Al estar sobre la playa, gozámos de una ubicación privilegiada. En la Isla no hay muchas playas. Las pocas son privadas y pertenecen a Resorts o particulares. El agua es un espectáculo. No traer el equipo de snorkel, una herejía. Uno se puede pasar horas en el mar viendo la vida bajo el agua. El color es transparente y la temperatura cálida. Muy agradable. Es una gran laguna. No existe el oleaje. Por la tarde alarma. No encontrábamos la cámara fotográfica. Inexplicablemente había desaparecido. Ningún rastro de la misma por la habitación ni en nuestros equipajes. El destino nos tenía preparada la primera gran sorpresa. Al ver nuestra desesperación, Yamal, un francés de origen argelino, sin pronunciar una palabra de castellano ni inglés, nos trajo la cámara fotográfica, la cual había sido olvidada en la cocina mientras cargábamos la batería. Increíble el gesto. El tipo se la podía haber choreado tranquilamente que nunca nos habríamos enterado. Lo invitamos a comer y compartimos un almuerzo con pescado y arroz. Como pudimos, entre palabras sueltas del francés, inglés y castellano, pudimos intercambiar algún que otro dialogo. Fue boulangere (panadero) y ahora se dedica a trabajar de técnico en un hospital. Vive en Paris pero no soporta la vida de la ciudad. Sufre la vida cosmopolita y el ritmo de la gente allí. A pesar de no poder hablar demasiado con él, pudimos advertir que se trataba de una persona introvertida, generosa y solitaria. Cerramos nuestro encuentro con una foto de él y Sabrina. Nuestro héroe aprovechó para “meter mano” según palabras de la mujer. Como suele sucederme en algunas ocasiones, suponía que era uno de los tantos comentarios exagerados por parte de ella, pero no. Por la noche, mientras cenábamos, lo descubrimos gatillando con su cámara sobre la figura de Sabrina una y otra vez. Cuando notó que advertimos su accionar se acercó a nuestra mesa y nos mostró ruborizado las 3 fotos que había sacado. 2 de Sabrina y una de ella conmigo. Se había enamorado. Estaba caliente. Era la típica conducta del pajero. Sin ningún tipo de discreción, se puso a sacar fotos para no borrar la imagen de ella de su memoria. Ahora quedaba inmortalizada para siempre. Vaya uno a saber qué tipo de perversiones pasaban por la mente de éste sujeto. Y que iba a hacer con esas fotos….

El atardecer en la playa es un espectáculo bellísimo. Me encontró conversando con un francés que no recuerdo su nombre, pero como era rubio, de ojos claros, medio pelado y le gustaba cocinar, para mí será for ever Francis Mallman. Con Francis intercambiamos experiencias por el buen cine francés de la Nouvelle Vague. Nos encontramos debatiendo sobre los primeros trabajos de Godard, Truffaut y Chabrol. Y el epilogo del atardecer y la conversación cinéfila se lo llevó Tabú, la película que filmaron Friederich Murnau y Robert Flaherty en Bora Bora (1927). Una especie de documental-ficción acerca de la vida de los indios en la paradisíaca isla.

La playa es un sueño, el clima acompaña fiel, la gente es muy amable, el lugar es precioso. Puede haber problemas?. Siempre puede haber. Navegar por internet cuesta la friolera de 6 euros la hora. Esto atenta contra la confección en tiempo y forma del blog. Para el argentino, todo es carísimo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario