1.09.2011

Isla de Pascua III









Tres días de regreso a Isla de Pascua. La diferencia horaria con Tahití nos llevó el primero durmiendo y descansando. Apenas unas vueltas por el centrito de la ciudad para reconfirmar la poca amabilidad de los chilenos. Aunque no era el caso de Benjamín y Victoriano, los dueños del camping. Yerno y suegro respectivamente. Militares ambos. La historia cuenta que Victoriano era el jefe de Benjamín y éste no tuvo mejor idea que levantarse a la hija. “Le cayó mal a Victoriano que te hayas levantado a su hija?” le pregunté. “Mal no, malísimo….” me respondió Benjamín, oriundo de sangre Rapa Nui. Difícil de imaginar al bueno de Victoriano enojado. En nuestro segundo día de regreso a la Isla, nos llevó hasta la playa Anakena, la única que existe en la Isla. Anakena está a unos 25km del centro, tiene una bahía de arena blanca, con palmeras y aguas cálidas. Nuestra estadía estuvo rodeada de viento. Insoportable. La cámara fotográfica volvió a ser protagonista excluyente. Luego de sacarle fotos a unos moais ubicados sobre la playa, Sabrina miró a uno más apartado, “feo, gordo y petiso él” pensó, por lo cual consideró que no era necesario sacarle una foto. A los pocos segundos de atravesársele el pensamiento, una ráfaga inexplicable de arena sacudió el lente y la dejó inutilizada por unas 5 horas. Momento en el que mágicamente volvió a funcionar para romperse definitivamente el último día de nuestro viaje. Creer o reventar. No había ningún Yamal a mano para hacerle frente al poder del Moai. Los últimos días nos permitieron descubrir un nuevo amigo en el recorrido. “Shit” Michael. Holandés él, venía viajando hacía varios meses y también paraba en el camping. Tenía una peculiar forma de expresarse. Remataba todas su frases con el “shit”. El momento cumbre se produjo cuando estábamos conversado en castellano con Benjamin, el enorme Rapa Nui dueño del camping, y nos cuenta que era Militar. Nosotros le tradujimos a Michael, quien respondió: “Militar, really???? Ooooohhh…..shiiiiiit!!!”. La cara del Rapa Nui nos hizo temblar. Por suerte no pasó a mayores. Con Michael emprendimos la excursión más inútil de nuestro viaje. Nos dedicamos a caminar durante 6 horas para intentar ver un Moai que en realidad…no existía. En el camino nos metimos en unas cavernas donde tomamos algunas fotos.

Los últimos días de viaje son siempre nostálgicos y de balance. Aunque uno empieza a extrañar el contacto con los seres queridos siempre atrapa la posibilidad de seguir viajando para conocer lugares y gente. La libertad de viajar, crecer. Lo más hermoso de éstas experiencias, como le sucede a los personajes de las Road movies, es que uno ha cambiado y no es el mismo al final del recorrido.

Sólo queda un aliciente ante el inevitable final de cada viaje. Empezar a diagramar el próximo destino…

No hay comentarios:

Publicar un comentario