12.30.2010

Bora Bora I




Dos días de Moorea. Nuevo destino: Bora Bora. La perla del Pacifico. Un sueño, una excentricidad, un lujo, un destino radical. Que lejos se siente Buenos Aires. Y claro, de solo pensarlo, se eriza la piel. Los comentarios de los habitantes de Moorea fueron unánimes: “la laguna de Bora Bora es perfecta”. Nos recibe una lluvia torrencial. El aeropuerto se encuentra sobre una pequeña isla. Un ferry nos lleva hasta la isla principal de Bora. Nos recibe el dueño del alojamiento reservado el día anterior para llevarnos a Boravaite. En el camino empezamos a sentir que la elección no fue la correcta. La playa más cercana está a unos 12 km del Boravaite, no existe el transporte público, y cada vez que querramos ir a la playa el traslado tendrá que ser en Taxi. El alojamiento está bien, pero estamos en la otra punta del merengue. No perdemos tiempo. Salimos en búsqueda de una mejor opción. Como ir? En medio de la calle nos encontramos haciendo autostop. Al segundo intento nos levantan dos jóvenes nativos de la isla. Al subir al auto nos damos cuenta que eran dos bestias tatuadas y calcadas al rugbier neozelandes Jonah Lomu. No hablaban una palabra de inglés. Solo tahitiano. A duras penas pudimos hacerles entender que íbamos a la otra punta de la isla. Unos 15 km. Resultaron ser dos personas increíblemente generosas. Nos llevaron hasta la puerta misma del Hotel Robert et Tina que estábamos buscando. Ubicado sobre la playa, en la mejor zona de Bora bora. Donde el mar es una laguna enorme, el agua clara como la de deshielo, y la arena blanca como la harina. El paraíso está ahí. Yo lo vi. Solo faltaba el sol. Las nubes no lo dejaban pasar a la función.

Hay lugar en el Hotel. Mañana estaremos por allí disfrutando de nuestra habitación con vista al mar. A un precio irrisorio para ésta zona: 8600 Francos del Pacífico. Unos 90 dólares diarios.

La paz se apodera nuevamente de nuestros cuerpos. Rápida acción e inmediata solución. Nuevamente autostop para regresar al Boravaite. Ahora llueve más fuerte que antes. Se cae el cielo. Nuestro amigo de la camioneta nos deja sobre el muelle a mitad de camino del alojamiento.

Bajamos rápido para evitar el aguacero y escuchamos un grito hacia nosotros. Es un viejo todo mojado que abraza fuerte a Sabrina y la levanta por los aires a pura alegría. Es Werner!! Pero cómo puede ser??? Cómo mierda llegó hasta acá??? Mientras pensaba éste tipo de cosas, también me vi fundido en un abrazo emotivo con él. Una alegría inmensa. Las cosas son como son. No tienen explicación. Como en una película de Eric Rohmer, el azar era el protagonista principal en éste encuentro. No tiene sentido pensar cómo y por qué nos cruzamos. Es el destino que nos trajo hasta aquí. Werner llegó en el ferry. Viajo durante 14 horas, no gastó un mango y llegó el mismo día que nosotros. Lo invitamos a pasar la noche en el Boravaite. Teníamos dos camas de sobra. Nos espera una cena juntos con unas buenas cervezas heladas. Mañana esperamos por un jornada a pleno sol en nuestro nuevo y definitivo alojamiento en Robert et Tina.

Moorea




Papeete termino siendo una escala brevísima a nuestra llegada a Tahití. Decidimos pasar la noche en el aeropuerto y salir a primera hora de la mañana rumbo a Moorea. Como el avión llegó al aeropuerto de Papeete a las 11 PM, pasamos la noche durmiendo allí. A primerísima hora de la mañana nos dispusimos a sacar nuestro ticket aéreo. Itinerario de la Polinesia: 2 días en Moorea, 4 en Bora Bora y 3 en Raiatea para volver a Papeete y tomar el avión de vuelta a Isla de Pascua. Nos despedimos de Werner con nostalgia. Su presupuesto no incluía los tickets aéreos. Él prefería esperar por la opción de algún ferry que lo lleve por las islas. Siempre que se encuentra gente querible en el camino, da pena pensar que muy posiblemente no volvamos a vernos. Quizás más adelante el destino nos cruce nuevamente.

Si Isla de Pascua era caro, acá en Polinesia lo es aún más. Unos 20 euros para trasladarnos del aeropuerto al camping. Unos 10 kilómetros. El camping Nelson fue una gran elección. Tomamos un Chambre (habitación) con baño y cocina compartida. Al estar sobre la playa, gozámos de una ubicación privilegiada. En la Isla no hay muchas playas. Las pocas son privadas y pertenecen a Resorts o particulares. El agua es un espectáculo. No traer el equipo de snorkel, una herejía. Uno se puede pasar horas en el mar viendo la vida bajo el agua. El color es transparente y la temperatura cálida. Muy agradable. Es una gran laguna. No existe el oleaje. Por la tarde alarma. No encontrábamos la cámara fotográfica. Inexplicablemente había desaparecido. Ningún rastro de la misma por la habitación ni en nuestros equipajes. El destino nos tenía preparada la primera gran sorpresa. Al ver nuestra desesperación, Yamal, un francés de origen argelino, sin pronunciar una palabra de castellano ni inglés, nos trajo la cámara fotográfica, la cual había sido olvidada en la cocina mientras cargábamos la batería. Increíble el gesto. El tipo se la podía haber choreado tranquilamente que nunca nos habríamos enterado. Lo invitamos a comer y compartimos un almuerzo con pescado y arroz. Como pudimos, entre palabras sueltas del francés, inglés y castellano, pudimos intercambiar algún que otro dialogo. Fue boulangere (panadero) y ahora se dedica a trabajar de técnico en un hospital. Vive en Paris pero no soporta la vida de la ciudad. Sufre la vida cosmopolita y el ritmo de la gente allí. A pesar de no poder hablar demasiado con él, pudimos advertir que se trataba de una persona introvertida, generosa y solitaria. Cerramos nuestro encuentro con una foto de él y Sabrina. Nuestro héroe aprovechó para “meter mano” según palabras de la mujer. Como suele sucederme en algunas ocasiones, suponía que era uno de los tantos comentarios exagerados por parte de ella, pero no. Por la noche, mientras cenábamos, lo descubrimos gatillando con su cámara sobre la figura de Sabrina una y otra vez. Cuando notó que advertimos su accionar se acercó a nuestra mesa y nos mostró ruborizado las 3 fotos que había sacado. 2 de Sabrina y una de ella conmigo. Se había enamorado. Estaba caliente. Era la típica conducta del pajero. Sin ningún tipo de discreción, se puso a sacar fotos para no borrar la imagen de ella de su memoria. Ahora quedaba inmortalizada para siempre. Vaya uno a saber qué tipo de perversiones pasaban por la mente de éste sujeto. Y que iba a hacer con esas fotos….

El atardecer en la playa es un espectáculo bellísimo. Me encontró conversando con un francés que no recuerdo su nombre, pero como era rubio, de ojos claros, medio pelado y le gustaba cocinar, para mí será for ever Francis Mallman. Con Francis intercambiamos experiencias por el buen cine francés de la Nouvelle Vague. Nos encontramos debatiendo sobre los primeros trabajos de Godard, Truffaut y Chabrol. Y el epilogo del atardecer y la conversación cinéfila se lo llevó Tabú, la película que filmaron Friederich Murnau y Robert Flaherty en Bora Bora (1927). Una especie de documental-ficción acerca de la vida de los indios en la paradisíaca isla.

La playa es un sueño, el clima acompaña fiel, la gente es muy amable, el lugar es precioso. Puede haber problemas?. Siempre puede haber. Navegar por internet cuesta la friolera de 6 euros la hora. Esto atenta contra la confección en tiempo y forma del blog. Para el argentino, todo es carísimo.

12.28.2010

Isla de Pascua II




Como volábamos por la noche rumbo a Papeete, decidimos pasar nuestro día haciendo una caminata por la parte céntrica de la isla. Preferimos dejar las excursiones y la playa de Anakena, que es la mas bonita, para nuestro regreso. El día lucia esplendido. El movimiento de turistas hoy era incesante. Los japoneses a la cabeza de las compras. Arrasaban con todo. Ellos lucen como siempre. Con sus cámaras último modelo y la curiosidad por todo lo que se dice “turístico”.

En el camino nos encontramos con nuestro amigo Werner. Juntos fuimos a Internet para programar la estadía en Tahiti. La suerte nos cruzo con Agnés. Una mujer muy amable, rubia y francesa, que vivía en la Polinesia y estaba de vacaciones en Isla de Pascua. Nos ofreció el garden de su casa para que acampemos y nos dio información valiosísima. Los colmillos de nuestro amigo de viaje lucían brillosos, afilados. Una nueva presa asomaba en el horizonte. Cuando se fue la mujer y le dije que lo notaba “in love”, el hombre me respondió con una sonrisa cómplice. No podía ser de otra manera.

Van dos días de viaje y la cosa está muy bien. La tranquilidad se apodera del cuerpo. El silencio tiene música y en el horizonte llueven imágenes. Que lindo es viajar. Que lindo es no tener horarios.

Por la noche, a punto de tomar el vuelo a Papeete, nuevamente nos encontramos en el aeropuerto con Agnes, la agradeble mujer que nos ofreció alojamiento en su casa de Raiatea. Promediando la conversación, hizo referencia a su “husband”. Al irse Agnes, le pregunté a Werner al respecto, quien sin inmutarse un segundo y con la sonrisa de siempre me respondió muy tranquilo: “Y cual es el problema Bruno?...yo no soy celoso…”.


Isla de Pascua I






Algo que vale la pena disfrutar es el momento previo al aterrizaje en Isla de Pascua y el paneo de la Isla desde arriba del avión. Es hermoso. El recorte de su costa, la geografía con acantilados y el color azul intenso de las aguas del Pacifico.

Nos recibió una lluvia de verano que nos acompaño hasta que nos instalamos en la Habitacion del muy bonito camping. Salimos a dar una vuelta por el pequeño centro. Queríamos comer algo y no gastar mucho. Por consejo de un surfer fumeta, nos pedimos un “completo” en uno de los carritos ubicados sobre la costanera. Resulto ser un Pancho con palta y salsa de uno vaya a saber que. Ya sabemos que eso no lo volveremos a pedir. Acá todo es carísimo. Una empanada (dos veces de grande que la nuestra) puede costar 10 dolares. Ir al supermarket a comprar unas verduras y un agua, alrededor de 20 dolares. Hay que venir con plata porque si no se la puede pasar muy mal.

Una fotos en el centro ceremonial Tahai, también ubicado en la zona céntrica, y contemplar el atardecer allí, fueron los planes para cerrar nuestro primer día en la isla. La noche nos encontró cenando en el camping y conociendo a un señor alemán de unos 70 años, llamado Werner, que nada tenia que ver con el gran director alemán Werner Herzog. Ni siquiera lo conocía al cineasta. Éste Werner vivía en Australia y se dedicaba a disfrutar de su pensión viajando 6 meses al año. Pudimos ver sus fotos de los recientes viajes a China, Rusia, Austria, Colombia, Peru, Argentina, Uruguay y Chile. Resulto ser un picaflor. El hombre no perdía el tiempo. Viendo las fotos nos enteramos que tenía una amante en cada destino. Y también resulto ser un compañero de ruta porque viaja con nosotros hacia Tahiti, para conocer Papeete, Moorea y Bora Bora.

Algunas cosas interesantes sobre Isla de Pascua. Es la isla más alejada de otro punto de la tierra en todo el mundo. Se encuentra habitado solo el 5% de su superficie. El resto es Parque nacional. Los nativos son los Rapa Nui, que son los dueños de los terrenos y solamente se los pueden vender a otro Rapa Nui. Tiene 1000 habitantes fijos y vive exclusivamente del Turismo. Acá no existe el Invierno. Hay dos estaciones, verano y primavera. La temperatura más baja ronda los 18 grados. Es territorio chileno pero la mayoría de los nativos no quieren saber nada con eso. Quieren la independencia. Pudimos ver algunas casas con banderas colgadas haciendo alusión al tema.

Santiago de Chile




Salida de Argentina. Introducción. Por una reprogramación de LAN, tuvimos que salir el Viernes 24 en lugar del Sabado 25. Luego de dos semanas de insufribles reclamos a la compañía, logramos que se hagan cargo de nuestra estadía en Santiago de Chile. Hotel y comidas a cargo de la empresa. Era una buena oportunidad para conocer algo de la capital chilena. Durante el vuelo tuvimos de compañero de asiento a Carlos, un hombre de 86 años, chileno pero que vivía en Islas Canarias y venia para visitar a sus 5 hijos. Sin obviar que tenía 8 más en su lugar de residencia. Por favor, como hablaba éste señor. No paró en todo el viaje. Impresionante. Solo basto que Sabrina le abriera la puerta de la conversación para que se largara con un vendaval verbal. Lo curioso no era que hablara tanto, sino que no respondiera una sola pregunta, no escuchaba ni le interesaba escuchar. El quería hablar. Tenía mucho para decir. A los minutos me canse y me dispuse a disfrutar de todo el esplendor de la cordillera de los Andes. Una belleza.

Ya ausente por varios minutos del monologo de Don Carlos a Sabrina, logro escuchar que ella le dice: “se nota que a ud no le gusta leer, a usted le gusta mucho hablar…”. Esto lo remarco para que ninguno piense que mi actitud era la de un antipático.

Cuando bajamos del avión, paso por al lado de Don Carlos y me doy cuenta que el hombre seguía hablando, pero esta vez solo, sin interlocutores. Fue ahí donde me di cuenta que estaba viviendo una situación inversa a la de la película Sexto Sentido con el personaje de Bruce Willis. Es decir, el mundo entero eramos Bruce Willis, permanecíamos invisibles a los ojos de Don Carlos. Como si no exisitiecemos. La estadía fue en el aeropuerto mismo, en el coqueto Holiday Inn. Dejamos los bagaggem y nos fuimos a dar una vuelta cortita por el centro de Santiago. Mucha fiebre comercial de la gente que se agolpaba en los comercios para comprar cosas para la Noche Buena.

Algunos negocios lucían casi desmantelados por la fiebre de compras. Santiago es una ciudad con edificios muy altos, pero bastante sucia. Y si algo llamo muchísimo la atención es que no se notaba ningún vestigio del terremoto que sufrieron hace unos meses.

La noche nos encontró cenando en el hotel. Lo curioso se produjo a las 24hs con la llegada de la Navidad. La recepción Santiagueña fue absolutamente fría y desinteresada. Ni un solo fuego artificial que coloreara la noche. Ni un misero petardo que le pusiera música a la fiesta. En el hotel mismo nos comentaron que la Noche Buena no es una fiesta muy efusiva para los chilenos. El año nuevo sí. Ahí uno puede ver el clásico festejo de fuegos artificiales. Costumbres que le dicen.

Se acabó la escala inicial. Ahora nos espera Isla de Pascua y los Rapa Nui. Allá vamos. Al Oceano Pacifico a 4000 km de la costa chilena.

12.22.2010

Destino 2: Isla de Pascua y Tahití




Estamos en las visperas de un viaje programado hace 5 meses. Un destino lejano y exótico. Para ponerle pimienta a éstos últimos días de larga espera, y como si fuera un deja vu del viaje de hace 1 año, la aerolínea LAN se vió envuelta en un paro que trajo preocupación e incertidumbre hasta el momento que finalmente se pudo solucionar el conflicto. Ahora sí, si no nos detiene ningun piquete en el camino a Ezeiza, nos dipondremos a volar el Viernes 24/12 a Santiago de Chile, donde pasaremos Noche buena, y luego partiremos rumbo a Isla de Pascua como preludio hacia la Polinesia francesa.

Los espero en las próximas entradas con el menú de siempre: fotos, anécdotas y crónicas de todos los lugares que visitemos.