12.28.2010

Santiago de Chile




Salida de Argentina. Introducción. Por una reprogramación de LAN, tuvimos que salir el Viernes 24 en lugar del Sabado 25. Luego de dos semanas de insufribles reclamos a la compañía, logramos que se hagan cargo de nuestra estadía en Santiago de Chile. Hotel y comidas a cargo de la empresa. Era una buena oportunidad para conocer algo de la capital chilena. Durante el vuelo tuvimos de compañero de asiento a Carlos, un hombre de 86 años, chileno pero que vivía en Islas Canarias y venia para visitar a sus 5 hijos. Sin obviar que tenía 8 más en su lugar de residencia. Por favor, como hablaba éste señor. No paró en todo el viaje. Impresionante. Solo basto que Sabrina le abriera la puerta de la conversación para que se largara con un vendaval verbal. Lo curioso no era que hablara tanto, sino que no respondiera una sola pregunta, no escuchaba ni le interesaba escuchar. El quería hablar. Tenía mucho para decir. A los minutos me canse y me dispuse a disfrutar de todo el esplendor de la cordillera de los Andes. Una belleza.

Ya ausente por varios minutos del monologo de Don Carlos a Sabrina, logro escuchar que ella le dice: “se nota que a ud no le gusta leer, a usted le gusta mucho hablar…”. Esto lo remarco para que ninguno piense que mi actitud era la de un antipático.

Cuando bajamos del avión, paso por al lado de Don Carlos y me doy cuenta que el hombre seguía hablando, pero esta vez solo, sin interlocutores. Fue ahí donde me di cuenta que estaba viviendo una situación inversa a la de la película Sexto Sentido con el personaje de Bruce Willis. Es decir, el mundo entero eramos Bruce Willis, permanecíamos invisibles a los ojos de Don Carlos. Como si no exisitiecemos. La estadía fue en el aeropuerto mismo, en el coqueto Holiday Inn. Dejamos los bagaggem y nos fuimos a dar una vuelta cortita por el centro de Santiago. Mucha fiebre comercial de la gente que se agolpaba en los comercios para comprar cosas para la Noche Buena.

Algunos negocios lucían casi desmantelados por la fiebre de compras. Santiago es una ciudad con edificios muy altos, pero bastante sucia. Y si algo llamo muchísimo la atención es que no se notaba ningún vestigio del terremoto que sufrieron hace unos meses.

La noche nos encontró cenando en el hotel. Lo curioso se produjo a las 24hs con la llegada de la Navidad. La recepción Santiagueña fue absolutamente fría y desinteresada. Ni un solo fuego artificial que coloreara la noche. Ni un misero petardo que le pusiera música a la fiesta. En el hotel mismo nos comentaron que la Noche Buena no es una fiesta muy efusiva para los chilenos. El año nuevo sí. Ahí uno puede ver el clásico festejo de fuegos artificiales. Costumbres que le dicen.

Se acabó la escala inicial. Ahora nos espera Isla de Pascua y los Rapa Nui. Allá vamos. Al Oceano Pacifico a 4000 km de la costa chilena.

1 comentario:

  1. Menos mal que está el nombre de la persona en la cédula, pensé que era Valera. Muy buenas las fotos de todo el viaje, acá el calor se hizo insostenible, pero la pasamos bien. Suerte!

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